En aquella época —pongamos que era 2005, pero podría ser cualquier año en el que uno se creyera escritor sólo por estudiar Letras—, decir que Paco Roca había publicado un nuevo libro era algo parecido a compartir un secreto. No un escándalo, no una revelación: un secreto compartido entre quienes sabíamos que la literatura podía estar también en las viñetas.
Los prejuicios eran reales. Los había en las aulas, en las redacciones, en los anaqueles. Sostener un cómic era un gesto a la vez íntimo y desafiante. No importaba. Nos creíamos en posesión de una verdad que el mundo aún no había asimilado: que alguien podía, con una sola línea, una mueca de tinta, conmover como solo lo hace la buena literatura. Paco Roca era uno de esos nombres que uno no gritaba, pero que guardaba como un talismán.
Para mí, sus libros eran también una forma de resistencia y un antídoto. En un tiempo en que los relatos se inclinaban hacia el artificio, él apostaba por lo esencial. En medio de la ironía excesiva, del guiño posmoderno, él ofrecía emoción, memoria, risa, ternura. Uno de sus dibujos era capaz de conmover fibras íntimas que ni la más brutal escena tarantinesca podría alcanzar.
Ha pasado el tiempo —quince o veinte años, quizás más— y Paco Roca ya no es un secreto. Sus cómics se han traducido, premiado, adaptado. Se enseñan, se filman, se celebran. Pero algo permanece: esa extraña cualidad de sus historias que hace que uno no las lea, sino que las recuerde, como si las hubiera vivido.
Esta conversación con él es sobre la memoria, el trazo, la ternura, y lo que significa seguir contando historias cuando el mundo cambia a cada viñeta.
¿Cómo nace una historia para usted: desde una imagen, una anécdota, una pregunta?
Yo diría que desde una pregunta. Creo que la mayoría de libros surgen de la necesidad de saber sobre un asunto, de querer reflexionar sobre un tema importante para mí.
En mi caso, hacer un cómic es la mejor manera que conozco de entender un hecho, un acontecimiento, unos personajes que vivieron una circunstancia...
¿Cómo es su rutina de trabajo cuando está inmerso en un proyecto largo?
Una vez tengo claro el argumento y el tema me documento y voy tomando notas, apuntando ideas para el guion. Una vez creo tener suficiente me pongo a escribir el guion, al mismo tiempo sigo documentándome sobre los asuntos que van surgiendo.
A toda esta fase le puedo dedicar meses, quizá un año, que coincide con otros trabajos, viajes de promoción...
Una vez tengo el guion lo comparto con mis editores para que opinen, y ya me pongo a dibujar los bocetos de todo el cómic. Esta fase es para mí la más importante. Mi guion es más bien un relato que adapto a cómic. Normalmente la historia crece, se enriquece al añadir detalles visuales y a veces también de guion.
Una vez terminados los bocetos los comparto de nuevo con mis editores, amigos cercanos... Valoro sus opiniones.
Esos bocetos no son más que una guía para dibujar las páginas definitivas que empiezo de cero. En muchos casos pierden la frescura, emoción... en otros las páginas definitivas le dan un detalle que no tenían los bocetos.
Después entinto y coloreo. Años después de haber tenido la idea entrego al fin el cómic terminado.
Madrid se convirtió en el epicentro del cómic español con la inauguración de una exposición gratuita dedicada a la obra de Paco Roca, uno de los autores más influyentes del país, en el Instituto Cervantes desde el 5 de junio hasta el 28 de septiembre.
En muchas de sus obras hay una mirada nostálgica. ¿Qué papel cumple la memoria en su narrativa?
Es un tema que me interesa. Todo en nuestra vida es Memoria, el pasado nos condiciona, nos da forma, nos sirve como experiencia para actuar en el futuro... Todo esto se puede enfocar desde el punto de vista de lo personal, lo social o lo simbólico.
Me atrae además la lucha entre Memoria y Olvido. Por mucho que luchemos contra el olvido en el fondo sabemos que es una batalla perdida, que más pronto o más tarde el Olvido vencerá. Eso le da una pátina de nostalgia a las historias, convierte a la Memoria en un personaje romántico.
Ha trabajado con temas como la vejez, la Guerra Civil, el Alzheimer, los años de la Transición. ¿Qué lo lleva a elegir estos temas, a veces tan poco comerciales?
Tengo la suerte de no necesitar pensar en si mis temas son comerciales o no. Confío en que para mis lectores lo importante no es tanto el argumento si no el viaje emocional que harán con mis cómics. Precisamente ese es el tema de la exposición que hasta finales de septiembre de este año se puede ver en la exposición del instituto Cervantes de Madrid.
Elijo esos temas porque me interesan a nivel personal y quiero reflexionar sobre ellos, y porque como autor me sé que me van a llevar a nuevos retos narrativos.
En Arrugas o La casa hay un fuerte componente emocional. ¿Cómo logra ese equilibrio entre lo íntimo y lo universal?
Afortunadamente las diferencias que separan a cualquier persona en el mundo son mínimas, y atemporales. Si no fuera así no nos emocionaría Shakespeare, Homero o una vieja leyenda hindú.
Los argumentos pueden ser en ocasiones localistas, personales... Pero los temas que tratan son comprensibles para cualquier persona en el mundo.
¿Le interesa pensar sus libros como herramientas de memoria histórica?
No exactamente. Huyo de que mis libros sean la propaganda de nada, el instrumento para adoctrinar. Como decía al principio los hago desde las preguntas y el querer saber, y no siempre sé a dónde me llevará la historia. Quiero que el lector también participe de las dudas, de las ambigüedades.
Lógicamente tengo unas ideas y una empatía con unos personajes en concreto. Me interesa poner voz a las personas que sufrieron la represión de la dictadura española y que no pudieron expresarse. No se puede completar la Historia solo con la voz de los vencedores de la guerra civil ni con la Historia que escribió el franquismo.
Por otro lado también me interesa crear una Memoria Visual que en mi país no existe de los horrores de la dictadura. No existen fotografías de los fusilamientos, de las fosas comunes, de las torturas, las cárceles... En ese sentido sí creo que mis cómics sean una herramienta de Memoria Histórica.
¿Qué posibilidades expresivas encuentra en la novela gráfica que no hallaría en otro medio?
EL poder del dibujo es enorme, funciona de una forma directa en nuestro cerebro que va más allá de lo formal. Permite narrar en lo literal y en lo simbólico.
En las últimas décadas y gracias a la libertad que nos permite el formato de la novela gráfica hemos empezado a desarrollar otras herramientas narrativas, que en cierta forma se alejan de lo "cinematográfico" y se asemejan más a lo "literario".
¿Cómo ve hoy la evolución del cómic en España y en Europa?
Hay muchos autores haciendo cosas muy interesantes, no creo que se pueda hablar de un estilo de cómic europeo, pero sí que se comparte unos ciertos rasgos culturales. Vamos consiguiendo un mercado alternativo al de la BD clásica francesa. Son mercados pequeños, pero la suma de todos los países empieza a ser interesante.
Hace casi dos décadas, cuando yo estudiaba Letras, era inevitable notar la mirada de desdén de algunos compañeros si me veían leyendo El Eternauta o El síndrome Gustavino (de Carlos Trillo y de Horacio Altuna). Pensé que ese prejuicio hacia el noveno arte había desaparecido hasta que encontré algunos comentarios maliciosos cuando "Sabrina", de Nick Drnaso, estuvo entre los libros finalistas del Premio Man Booker. ¿Le molesta que todavía haya quien se sorprenda de que una novela gráfica es arte y que además pueda tratar temas "serios"?
Bueno, siempre existen esos comentarios entre los conservadores de cualquier disciplina artística: esto no es jazz, esto no se puede considerar cine, esto es no es una novela serIa porque tiene dibujos... Entre ese grupo de críticos, normalmente literarios, todo lo que vaya acompañado de dibujos les resulta "infantil".
Pero quitando esos comentarios en los últimos años el cómic ha conseguido una consideración que antes no tenía en el mundo de la cultura y el Arte. En parte es gracias a que ahora los cómics tocan temas de interés general que llegan a todo tipo de público. Estamos en cualquier librería, biblioteca, se escriben tesis doctorales, damos charlas en todas partes, los museos exponen nuestro trabajo... Creo que hemos avanzado mucho en ese sentido.
¿Cree que el arte tiene una función social o política?
Puede tenerla. Me gusta en ese sentido reivindicar a personas que sufrieron en condiciones difíciles y que nunca se les reconoció. Rescatar del olvido determinadas historias para recordar a las personas que las hicieron posibles.
En el caso por ejemplo de El abismo del olvido, las familias de los fusilados en la dictadura nos contaron a Rodrigo Terrasa y a mí su Memoria íntima y nosotros la convertimos en pública por medio del cómic. Para esas personas el cómic se convirtió en un acto de justicia.
¿Cuál es el papel del dibujante como cronista de su tiempo?
Imagino que como la de cualquier otro creador. Un autor nunca puede estar al margen de la sociedad y de la época en la que viva, aunque haga ciencia ficción o sus historias transcurran en la antigua Roma. Siempre hay aspectos del presente que dan forma a las historias.
Y cuando tratas temas más personales o sociales es ya totalmente evidente. Además el cómic tiene la posibilidad de trabajar con la imagen de una forma más libre y económica que el cine, eso la convierte en un cronista visual importantísimo para comprender el presente.
¿Siente que su mirada ha cambiado desde que comenzó a publicar hasta ahora?
Sin duda. Cuando se habla de que el autor debe encontrar su estilo a veces pensamos que solo se trata del estilo gráfico o en cómo escribimos. Pero realmente se trata de cómo vivimos y cómo vemos el mundo.
Las experiencias de la vida, las buenas y las malas son el material del que se nutren nuestras historias. Lógicamente alguien puede crear una obra maestra con veinte años, pero lo normal es que necesites "haber vivido" para poder contar.
Y creo que en mi caso es así, pienso que cada experiencia de la vida me da nuevas emociones que poder contar.
¿Siente que la Inteligencia Artificial afecta el trabajo de los artistas?
Por supuesto. Es un tema muy complicado y con muchos matices, pero que debe ser regulado de alguna manera para proteger los derechos de los creadores.
¿Qué está leyendo ahora? ¿Algún autor o autora que le inspire especialmente?
Casi todo lo que leo suele estar relacionado con el proyecto en el que estoy trabajando. Intento encajar de por medio algunas novelas, cómics... pero realmente no tengo tiempo para mucho.
Siempre me ha parecido muy inspiradora la forma de narrar de los clásicos del cine y la literatura japonesa. Me gusta la sutileza de las emociones, el tiempo pausado... Me resulta sugerente.
¿Qué le diría al Paco Roca que comenzaba en este camino hace 30 años?
Que no se olvide de vivir. Que no todo es dibujar, jajaja.